domingo, 22 de abril de 2012

Medios Alternativos y la Organización Popular Revolucionaria



Gustavo Malavé

La comunicación es entendida como el proceso en de transmisión de información de una entidad a otra. Para quienes poseen la capacidad de hacer que la información que transmiten sea comprendida, aceptada y asumida como cierta por el receptor, la comunicación puede ser un gran arma, que en principio debería ser utilizada para cumplir un rol social. Macerla Farré afirma que “hasta la década de los ochenta, no existía en la mayoría de las televisiones una lógica empresarial de la programación. Sin competencia, las televisiones del Estado mostraban una oferta simple, sin considerar el aspecto persuasivo de la programación”. Sin embargo, desde hace mucho se tiene conciencia del poder de la comunicación y cómo ha servido esta de instrumento para a los grupos sociales dominantes para alcanzar intereses particulares, de orden político, económico, etc. 

Basta con prestar atención a la programación de los medios de comunicación masiva para darse cuenta la manera en que estos, a través de la publicidad, la propaganda, e incluso a través de aquellos espacios que se asumen como recreativos y de entretenimiento, procuran moldear, los gustos y necesidades de los seres humanos. Sin embargo, el trabajo de la gran industria de la publicidad va mucho más allá de la simple labor de exacerbar o crear una necesidad de consumo específica para vender un producto determinado. Los llamados mass medias han hecho posible que un mensaje llegue a millones de personas, que si está correctamente elaborado y es lo suficientemente convincente, puede llegar a fomentar valores (o antivalores), ideologías, transformar las realidades  y afectar la visión de las personas en cuanto a la manera de comprender y vivir la vida, adaptándola a sus propias necesidades (por lo general, diferentes y opuestas a las de la mayoría de la población).

De esta forma, los mass medias se han erigido como grandes estructuras de control y dominación de las masas, en manos de los grandes grupos de poder en todo el mundo, que son quienes finalmente deciden lo que debe conocerse o no, lo que debe ser considerado verdad o mentira y lo que debe importar a la mayoría de la población, aún cuando no tenga esto nada que ver con su realidad personal o lo que ocurre en su entorno.  Tal como ocurrió el año pasado, cuando las grandes agencias de información se dedicaron a promocionar la “boda real” entre Guillermo de Inglaterra y la Duquesa de Cambridge, algo que se supone no debería interesar en lo absoluto a los venezolanos; no obstante, escuchábamos por esos días a unas cuantas (y también cuantos) conversar sobre este “importantísimo” evento, ignorando por completo que tal vez algún vecino estaría próximo a dar también un paso similar, o que en el momento en que compartía el júbilo de la familia real, miembros de su comunidad podrían estar debatiendo, proponiendo ideas que les permitiesen mejorar su calidad de vida y organizándose para dar solución a un problema que le afectaba directamente.

Es este el mayor peligro que representan los grandes poderes de la comunicación, la pasividad y el aletargamiento en que han logrado sumir a gran parte de la humanidad, desviando su atención de fines y objetivos trascendentales, como su organización y unidad en pro de la satisfacción de sus necesidades como pueblo.

Ante esta triste realidad han surgido iniciativas que si bien no tienen, por ahora, la fuerza suficiente para poner en jaque a estas formas de dominación, representan una amenaza para el sistema vigente, en tanto aplican un modelo de comunicación alternativa que muestra a la opinión pública las realidades de los pueblos, donde son sus carencias, fortalezas y potencialidades, así como el sentir y pensar de quienes los integran, los protagonistas del proceso de comunicación.

Los medios alternativos cumplen un rol esencial en la dinámica social y política de nuestro país. Como formas de organización en sí mismos, están llamados a promover las experiencias ya existentes e incentivar el surgimiento de nuevos modelos de integración entre las comunidades, contribuyendo a reproducir los modelos exitosos; a dar voz a los que luchan y participan de forma activa en los procesos de transformación por los que atraviesa cada localidad; están llamados a rescatar los valores propios y avivar el sentido de identidad; y sobre todo, están llamados a desafiar el sistema de comunicación burgués y superar el cerco de la censura, desinformación, alienación y sumisión que este impone. Están llamados a despertar a las bases populares.

En Centro América, los medios alternativos dieron desde la clandestinidad ejemplo de resistencia y de lucha, que aunque costó la vida de algunos de estos luchadores, sirvieron para despertar la conciencia de muchos pueblos, donde hoy florecen nuevos modelos que bregan por el bienestar y la reivindicación de los derechos de las mayorías. En El Salvador, las radios Venceremos, Farabundo Martí y Voz Popular, sirvieron como brazo comunicacional y propagandístico para el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional, cumpliendo un papel estratégico de agitación, denunciando violaciones a los derechos humanos, informando sobre lo que estaba sucediendo en el país en momentos en que había censura de prensa y actuando como elemento cohesionador entre el Frente y la población civil. También en la clandestinidad, desde Costa Rica, Radio Sandino apoyó la insurrección del Frente Sandinista de Liberación Nacional contra el régimen de Somoza en Nicaragua.


En Perú, los medios alternativos hicieron visible la masacre que en junio del 2009 el Gobierno de Allan García cometía contra las comunidades indígenas que protestaban en defensa de la Amazonía y contra las medidas privatizadoras que este pensaba implementar. Más recientemente en Honduras, durante el Golpe de Estado a Manuel Zelaya, aún cuando hayan vencido los intereses foráneos y la fuerza de los militares de derecha, los medios alternativos se encargaron de informar a los ciudadanos sobre lo que estaba ocurriendo en el país y de mantener encendida la llama de la resistencia.

En Venezuela, ante la manipulación ejercida por los mercaderes de la información durante el golpe de Estado mediático del año 2002, se cayó en cuenta de lo imperante que resultaba el fortalecimiento de medios de comunicación alternativos, que hablen al pueblo con la verdad y no busquen invisibilizar la evolución de los distintos procesos que atraviesa nuestra sociedad actual, ni que funjan como bases para el sostén de un modelo económico que está dando muestras de resquebrajamiento a nivel mundial.

En Chile, gracias a las ventajas que ofrece hoy la tecnología, se ha podido conocer la severa represión de la que han sido víctimas los estudiantes que se han atrevido a alzar sus voces para exigir la mejora de sus condiciones, en defensa de la gratuidad y el libre acceso de las mayorías a una educación de calidad. En la indignada Europa y los Estados Unidos, desde donde están siempre prestos a señalar de manera inquisidora a quienes consideren que trasgreden las libertades de expresión e información, se han visto comprometidos por la difusión de fotografías y videos que ponen en evidencia la brutal manera como han arremetido sus cuerpos de seguridad, contra los miles de manifestantes que, pacíficamente, reclaman por sus garantías sociales y derechos conquistados, que hoy se ven amenazados.

Probablemente serían otras las realidades de Perú, Honduras, Chile, Estados Unidos y Europa, si existiesen medios de comunicación alternativos que permitieran a los ciudadanos expresar abiertamente sus ideas y motivos. Incluso, tendríamos en Venezuela un escenario distinto al actual y se darían de forma más acelerada las transformaciones que lentamente se han desarrollado en los ámbitos económico, político, social y cultural, si contáramos con un sistema comunicacional alternativo verdaderamente sólido e independiente, que respondiese, más a los intereses de cada comunidad u organización, que a los intereses de determinados actores o empresas.

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