jueves, 10 de noviembre de 2011

Reflexiones históricas a propósito del asesinato del comandante Alfonso Cano

 

Autores: Gabier Rangel/ Alexander Suárez  



El pasado 4 de noviembre, en el Departamento del Cauca, fue asesinado Guillermo León Sáenz Vargas, mejor conocido como el Comandante Alfonso Cano, hasta entonces Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP). Su muerte constituye un hecho relevante para analizar el desarrollo histórico de la lucha histórica que libra ese pueblo.

En primer lugar, constatamos como el asesinato del Comandante Alfonso Cano plantea, por parte de la oligarquía colombiana, la continuidad de los Planes Colombia y Plan Burbuja, escenarios de guerra construidos sobre la negación absoluta a una salida política al conflicto en ese país hermano. Este escenario, evidencia la prolongación de la política de terror que ha caracterizado históricamente a la burguesía de ese país, que a partir de un discurso político de “centro”, ha destruido todas las condiciones necesarias para el debate y el diálogo social.

En primer lugar, constatamos como el asesinato del Comandante Alfonso Cano plantea, por parte de la oligarquía colombiana, la continuidad de los Planes Colombia y Plan Burbuja, escenarios de guerra construidos sobre la negación absoluta a una salida política al conflicto en ese país hermano. Este escenario, evidencia la prolongación de la política de terror que ha caracterizado históricamente a la burguesía de ese país, que a partir de un discurso político de “centro”, ha destruido todas las condiciones necesarias para el debate y el diálogo social.

Lamentamos la forma en que se pretende perpetuar la espiral de violencia en la hermana nación. Fue un 9 de abril 1948 cuando Colombia fue estremecida por el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, líder popular y alternativa al terror instaurado en la política colombiana, cuya muerte desencadeno uno de los períodos históricos más cruentos que Latinoamérica haya visto, el cual sentó las bases del actual conflicto armado.
Con su origen en las autodefensas campesinas promovidas por el partido comunista ante la brutal represión estatal, en 1961, ese partido adoptó la estrategia de la “combinación de todas las formas de lucha”, cuyo componente armado se convertiría en guerrilla en 1964 y adoptaría el nombre de FARC en 1966.

Posteriormente, como resultado de los diálogos de paz entre el Estado y las FARC, el M-19 y el EPL, los movimientos insurgentes constituyeron la Unión Patriótica (UP) a mediados de los 80’s, conformado por combatientes desmovilizados, militantes del Partido Comunista y otros sectores de izquierda. Sus enemigos (sectores del ejército, grupos paramilitares y mafias narcotraficantes) persiguieron a la UP hasta asegurar su exterminio, se calcula que cerca de 5.000 activistas políticos de la UP fueron asesinados.

Este proceso terminó de consolidar el terror en la hermana Nación, de la mano de una oligarquía que en 200 años de historia republicana se ha valido incluso del exterminio, para mantener una sociedad fundada sobre relaciones sociales profundamente desiguales.

Al respecto, es importante resaltar que Colombia se ubica entre el 2° y 3° nivel de concentración de la riqueza más alto de América Latina, región caracterizada como la más desigual en el contexto internacional. A manera de dato, para 2009 la tasa de pobreza en Colombia alcanzó al 45% de la población, el índice de pobreza extrema a 16% y el coeficiente de Gini a 0.578, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas de Colombia. Estos datos representan casi el doble de los valores que refleja Venezuela para los mismos indicadores, en el mismo período: 26% de pobreza, 7% de pobreza extrema y coeficiente de Gini de 0.392, según el Instituto Nacional de Estadísticas de Venezuela.

Por lo dicho anteriormente, insistimos que la paz en Colombia debe comenzar por la reconstrucción social de todo lo que el conflicto armado ha destruido en esa sociedad, partiendo de concesiones de ambas partes y no de la desmovilización o el exterminio de sólo una de ellas. Es inadmisible pretender invisibilizar la profunda fractura social que padece Colombia y que se ha profundizado desde hace más de 150 años con el reforzamiento de un sistema político que la legitima, desde el bipartidismo, pasando por el desencadenamiento de la guerra a partir del asesinato de Gaitán en 1948, hasta el régimen de representatividad que “consagra” la Constitución de 1991.

Es impensable la resolución de cualquier tipo de conflicto sobre la base de la existencia del terror como política estructural, masiva y sistemática, de la clase burguesa sobre la clase trabajadora. Ésta ha sido la herramienta por excelencia que ha tenido una doble finalidad para la oligarquía: desviar la atención sobre su política de terror y ocultar la estructura social brutalmente desigual que imponen. Asimismo, el terror impide la acción transformadora del pueblo y el surgimiento de un nuevo bloque histórico que permita entonces la autentica resolución del conflicto.

Es importante apuntar que, aún cuando la burguesía colombiana celebra y manifiesta lo que cree es el fin de la lucha armada, es necesario entender que la muerte del Comandante Cano no implica un punto final para la lucha asumida por ese pueblo, para su definitiva independencia. El surgimiento de escenarios de construcción política con arraigo popular, tiene una demostración no solo en las formas de lucha asumidas por las FARC-EP, sino que también se consolidan en movimientos como los del Magisterio en Tolima, el campesinado desplazado y organizado, los trabajadores, el estudiantado, organizaciones en defensa de los DDHH y otros sectores que se incorporan al cuestionamiento radical de la estructura social colombiana.

Solo la superación histórica de ese Estado represivo y de las causas estructurales de la violencia, materializadas en las profundas desigualdades económicas, políticas y culturales que hoy privan en la hermana República de Colombia, podrán garantizar un escenario de paz duradera en esa Nación. 
"Para el logro del triunfo siempre ha sido indispensable pasar por la senda de los sacrificios." Simón Bolívar, Bogotá – 1815.

martes, 1 de noviembre de 2011

Concentración en rechazo a la intervención militar en Libia

Concentración en la Plaza Omar Al Mukthar, en apoyo a la resistencia libia








domingo, 30 de octubre de 2011

Reelección de Cristina Fernandez en Argentina y victoria de los pueblos




El domingo 23 de octubre, la Presidenta de la República Argentina, Cristina Fernández, fue reelecta mediante voto popular por un nuevo período, alcanzando una diferencia de más de 8 millones de votos en relación al candidato Hermes Binner y demás candidatos de la Derecha y el Imperialismo.  Este hecho, que nos llena de alegría, tiene que ser analizado a la luz de construir un mundo mejor para los pueblos de Nuestra América.


La idea de este documento, es generar algunos elementos de reflexión sobre lo ocurrido en la Argentina, pues desde el Frente Internacionalista Bolivariano, consideramos trascendental no sólo para esa Nación, sino para toda América Latina y El Caribe, lo ocurrido el pasado domingo.

Sería útil comenzar haciendo una descripción de la estructura y contexto político-económico que antecedió a la llegada de los Kirchner y al proyecto de transformación asumido por el pueblo argentino. En este sentido, lo primero que debemos mencionar es que a partir del año 1998 se acentúa un proceso de recesión económica, producto de la aplicación de políticas neoliberales, que supuso el desplome total de la economía argentina. Las políticas de alineación al FMI, la asunción de esquemas económicos que configuraron un incremento exorbitante de la deuda pública externa, así como la implementación de programas internos que afectaron materialmente al pueblo de Argentina (el famoso “Corralito”, que impedía a las personas disponer a voluntad de sus ahorros en los bancos con la intención de contrarrestar la devaluación del peso), fueron algunos de los elementos presentes y asumidos por la dirección burguesa de la “Democracia” de fachada, sucesora cómplice de los años del gorilato argentino.

Este escenario, fue el caldo de cultivo de las protestas de un pueblo que asumía con indignación la aplicación de dichas políticas (clase media, sectores del agro, campesinos, entre otros), y de sectores que mantenían un importante saldo organizativo como consecuencia de las luchas históricas asumidas en contra de la Dictadura y el Capitalismo en todas sus expresiones. Este escenario trajo como consecuencia la renuncia de seis (6) presidentes y la materialización de unas elecciones en el año 2003, en las cuales resulta electo el compañero Néstor Kirchner, con el compromiso de impulsar una “Argentina unida, seria y más justa”.

El Proyecto de transformación del pueblo argentino, impulsado por los Kirchner, tiene como característica principal su postura como proyecto de reconstrucción de la nación argentina, consolidando una alternativa real a la superación del neoliberalismo. Este proyecto mantiene los siguientes elementos:
  1. Soberanía sobre los recursos y finanzas nacionales: Materializado en la firme posición de encarar el problema de la deuda externa y la abusiva política de pagos impuesta por el FMI. Esto implicó el reposicionamiento del papel del Estado como eje de políticas económicas anticíclicas que permitieron mejoras en las variables de crecimiento económico, al tiempo que se estructuraba una política tendiente de distribución social de la renta.
  2. La Unión Latinoamericana como estrategia fundamental de su Política Exterior: Recordamos la Cumbre de 2005 en Mar del Plata, donde la acción conjunta de los compañeros presidentes Kirchner, Chávez, Lula y Tabaré “enterraron al ALCA” frente a las pretensiones del Imperio. De esta manera se imponía la necesidad de superar las crisis de la región a través de la Integración Latinoamericana. Llegado a este punto, se materializa con el Kirchnerismo, el planteamiento de que la superación del neoliberalismo no era un problema nacional, coyuntural y aislado, sino regional, estructural y generalizado en el contexto internacional. Es decir, se asumió que el capitalismo es un fenómeno imperial-global.
    En medio de este contexto regional, se consolida la unión latinoamericana. La Unasur es ya una realidad en construcción, se fortalece el Mercosur y se construye la Comunidad de Estados de Latinoamérica y El Caribe (CELAC).

    3. La reivindicación de la lucha histórica por los Derechos Humanos y la alternativa anti-capitalista: es obligatorio destacar la política de Estado en materia de Derechos Humanos, a partir de la derogación, durante el mandato de Néstor Kirchner, de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final (2003), que impedían juzgar a los responsables de los asesinatos y desapariciones de la última dictadura argentina.
    En abril de 2010, fue condenado el último presidente de facto de la dictadura militar argentina (1976-1983), el Ex-General Reynaldo Bignone, a 25 años de cárcel como coautor de crímenes de lesa humanidad.

    4. La política antiimperialista - anticolonialista: Un último elemento, lo constituye la reivindicación de la Argentina sobre la soberanía de las Islas Malvinas. Es importante resaltar la valiente y aguerrida posición del Kirchnerismo en este tema, y se hace necesario consolidar espacios de legitimación y apoyo a la justa reivindicación por parte de la Revolución Bolivariana de Venezuela y los movimeintos que hoy nos agrupamos en torno al Gran Polo Patriótico.
Estas políticas, asumidas por el proyecto Kirchnerista y el pueblo argentino, han tenido su continuación bajo la presidencia de la reelecta compañera Cristina Fernández. 

La continuidad del proyecto de transformación argentino, se ratifica en la celebración del Bicentenario de la
Independencia de los países de América. Pero no el hecho simple de la celebración histórica, sino en la definición y en la asunción del proyecto de la definitiva independencia, en la resolución de los aspectos más nobles de la argentinidad. Es la vigencia de la gesta independentista de los libertadores Bolívar y San Martín, que hermanan no sólo a Venezuela y Argentina sino a todos los pueblos de Suramérica. Decimos esto y recordamos junto a Cristina y Néstor, aquello que fue invisibilizado por la historiografía burguesa, asumimos como nuestras las luchas populares interculturales que se venían gestando en Nuestra América: pueblos originarios, negros, gauchos, criollos, mestizos, mujeres y hombres que dieron su vida antes y después de la lucha revolucionaria de mayo contra la opresión imperialista en territorio argentino.

La reelección de la compañera Cristina, es la ratificación histórica de las luchas de los pueblos libres del continente, con ella se robustece el rol de Argentina como factor que impulsa un nuevo equilibrio geopolítico en la región. Esto, por supuesto, genera en lo más vil del pensamiento conservador de América, un rechazo profundo, que se expresa en intentos de desestabilización política, económica y social. Un ejemplo claro, fue la reacción violenta y desestabilizadora de los empresarios agrícolas y ganaderos argentino al proyecto de ley de elevación del impuesto a la exportación en el año 2008, que amenazó con dejar sin alimento al Pueblo de la Argentina, uno de los principales productores mundiales de alimentos; también el sabotaje permanente al Gobierno de Kirchner, por parte de los medios de comunicación privados, encabezados por el Diario Clarín, fiel colaborador de la época de la Dictadura.

Para finalizar, podemos afirmar que la lucha del Pueblo de la Argentina es la lucha del Pueblo Bolivariano de Venezuela, que todos estos elementos no son más que condicionantes que nos obligan a profundizar nuestro compromiso con la lucha de nuestros pueblos. Que el internacionalismo no es un capricho sino una necesidad. Que el enemigo es uno sólo: el Imperialismo. Y que nuestro tiempo ha llegado.

domingo, 23 de octubre de 2011

Rechazamos el Magnicidio de Gaddafi


23 Oct 2011



Para denunciar el magnicidio contra el líder de la Revolución Verde, Muammar Al Gaddafi, y por considerar que “el silencio es el peor cómplice de la impunidad”, miembros del Frente Internacionalista Bolivariano manifestaron este domingo frente a la sede de la Embajada de Libia en Venezuela, ubicada en la urbanización Altamira, en Caracas.



Gabier Rangel, miembro del frente, destacó la necesidad de hacer diversos llamados de atención para denunciar el atropello imperial.

“Es necesario que sea la gente común y normal, además de los partidos, movimientos y líderes políticos, quienes se planten en contra de la guerra y el imperialismo. El problema no es sólo la invasión contra Libia sino el agotamiento de la lógica de acumulación capitalista”, explicó.

La ola de desestabilización en el Medio Oriente y las amenazas en contra de Irán y Siria son los planes que el gobierno de Estados Unidos mantiene actualmente, “pero no solamente allá, sino que en América Latina va en contra, principalmente, de la Revolución Bolivariana y de los pueblos de Bolivia y Ecuador”, dijo Rangel.



Recordó que Venezuela fue víctima directa de las agresiones y no cabe duda de la participación de la Casa Blanca durante el efímero golpe de Estado que derrotó al presidente Hugo Chávez en el año 2002.

Consideró que no se puede entender la revolución socialista que impulsa el mandatario criollo fuera del contexto internacional, por cuanto “la solidaridad entre los pueblos es una de las principales líneas de las políticas bolivarianas”.

Finalizó augurando el triunfo del presidente Chávez en las próximas elecciones de octubre del año 2012 e invitó a las organizaciones juveniles a inscribirse para la creación del Gran Polo Patriótico.

jueves, 3 de marzo de 2011

Paraguay, Cumbre Iberoamericana y Presidencia Protempore de UNASUR, dos caminos divergentes

La reciente Cumbre Iberoamericana en su edición número XXI, sirvió principalmente para constatar dos hechos políticos estructurales en América Latina: primero, que poco podemos esperar de los bloques conformados por los países desarrollados; y aun más importante: la certeza histórica de que América Latina depende principalmente de sí misma para superar la asimetría e inequidad, principales causas de la miseria y conflictos, en nuestra América.


La propuesta paraguaya como tema principal de la Cumbre Iberoamericana, “Transformación del Estado para el Desarrollo”, se desarrolló bajo un escenario totalmente innovador frente a las precedentes cumbres; por primera vez, los latinoamericanos no somos las naciones a las cuales se les debe ayudar y corregir por sus desastres económico-financieros. Esta vez, son los países del bloque ibérico (España y Portugal) los que sufren la arremetida del descontrol fiscal y la crisis económica (desempleo y estancamiento del PIB, entre otros síntomas de la crisis), mientras los países del bloque latinoamericano buscan protegerse de las consecuencias de una crisis creada en el centro del sistema económico mundial; es decir, los alumnos cuidándose y desconfiando de lo que dicen los “maestros del desarrollo”.


Otro elemento relevante para diferenciar a esta Cumbre de las precedentes, es lo que puede llamarse la “caída de las máscaras”. Cualquiera diría que el día de los muertos se había adelantado, viendo al Presidente de España, Rodríguez Zapatero y al Rey Juan Carlos, asistiendo a lo que puede considerarse el funeral del foro iberoamericano (principal estrategia de “cooperación” ibérica para mantener un status de hermano mayor con las naciones latinoamericana), que ellos mismos se encargaron de asesinar en Santiago de Chile, con el sonado exabrupto de “su majestad”, ante la voz de los líderes latinoamericanos.


Finalmente, quedó patente la falta de credibilidad de las instituciones afines a la visión de tutelaje sobre los países latinoamericanos, por un lado la SEGIB, el CLAD, el BID, y el BM, quienes a pesar de conseguir aparecer en las declaraciones y comunicados, recibieron la patente desconfianza de varias delegaciones, renuentes a fortalecer el papel de actores que juegan principalmente para intereses extra-regionales, amén de su protagonismo individual. Al respecto las declaraciones del Presidente Rafael Correa fueron contundentes y ejemplares.


La escasa participación de Jefes de Estado Latinoamericanos (10 de 22 presidentes no asistieron), fue realmente notoria, sobre todo por la ausencia del bloque Mercosur, cuyos representantes sentaron una clara postura frente al tutelaje institucional e ibérico en primer lugar; y de forma velada, ante la difícil situación política paraguaya, cuyo Congreso (conformado por una clase política mafiosa y lacaya de los Estados Unidos), ha frenado la designación de Embajadores a los países mercosurianos, trabando el ingreso de Venezuela al bloque, y constantemente conmina al Ejecutivo a profundizar la cooperación militar con Estados Unidos, obedeciendo el lineamiento yanqui de bombardear la integración del Paraguay, para convertirlo en un Plan Colombia o Estado Cuña en el corazón de América.


El otro sendero:


Por otra parte, Paraguay recibió la Presidencia Pro-Témpore de la UNASUR de manos de Guyana, con el objetivo concreto de impulsar el proyecto de integración energética en la región, y de encarar una importante agenda social que permita ir saldando la deuda social acumulada tras décadas de modelos de integración basados en la competencia y el mercado.


A diferencia de la Iberoamericana, la cobertura mediática del traspaso de la Presidencia de Unasur no tuvo tanta repercusión, pero tuvo mucha más sustancia y contenido político concreto; las reuniones entre el Presidente Lugo y sus Ministros con el Canciller venezolano, Nicolás Maduro, la Secretaria General de Unasur, la colombiana Maria Emma Mejía, y el Ministro de Energía Eléctrica de Venezuela y próximo Secretario General de la Unasur, Alí Rodríguez Araque (ex Canciller de Venezuela y ex Secretario de la OPEP), demuestran una manera diferente de construir la integración y de hacer política, mucho más eficaz, ágil, y dinámica que los publicitados y difusos foros que formaron parte de la Cumbre Iberoamericana.


Al respecto, Lugo resaltó que el tratado energético suramericano será el instrumento base para concretar la anhelada unidad de la integración energética, que logrará aumentar la seguridad energética de la región, en función de la eficiencia y el aprovechamiento de las energías renovables que deberán tener como fin primordial el acceso a las energías modernas en Suramérica; y que este tratado es un objetivo prioritario de esta Presidencia, que Paraguay ostentará hasta enero de 2011.


Cabe resaltar que también se desarrolló la que podríamos denominar la agenda del “eje pacífico” hasta ahora conformado por Chile, el Perú que dejaron Toledo y García, y Colombia, consistente en la lucha contra el narcotráfico, y la seguridad y defensa. Queda patente que estos temas son apoyados por todos los integrantes del bloque Unasur; sin embargo, se percibe una disparidad de visiones sobre como abarcar esta agenda que constituyen la principal cabeza de playa de la política estadounidense en la región, tras el fracaso o el desenmascaramiento de su tutelaje económico y político de décadas pasadas, y sobre todo, porque la excusa de la defensa de la democracia ya no le alcanza en una Suramérica plena de gobiernos democráticamente electos y mantenidos.


Otro elemento fundamental de la reunión de UNASUR fue la evaluación de las medidas que esta tomando el bloque para protegerse de la crisis económica mundial, como lo es el fondo de reservas estratégicas, el Banco del Sur, y la construcción de una nueva arquitectura financiera suramericana que permita un mayor grado de autonomía para financiar el desarrollo regional, sin la dependencia de los otros bloques en crisis, o de las instituciones multilaterales afines al tutelaje colonial.


En definitiva y como conclusión tenemos que:


1) En Paraguay confluyeron dos modelos de integración y cooperación totalmente divergentes y antagónicos;


2) que la región rechaza el tutelaje ibérico y confía en sus fuerzas y en los nuevos modelos de integración y de hacer política más allá de las viejas instituciones;


3) que el nuevo sendero que representa la Unasur, a pesar de ser mucho más ágil y concreto, no estará exento de debates y contradicciones entres sus miembros, y los sub-bloques que lo conforman; y


4) Que en el corazón de América asistimos a lo que, parafraseando a Gramsci, podríamos llamar como la confirmación de un bloque histórico, donde lo viejo no termina de morir, pero está cada vez más cerca, y lo nuevo ha nacido pero tiene que seguir creciendo y fortaleciéndose.